Este mes decidí contratar a un jardinero artesano para que se ocupara de mi jardín. Me presentaron a un joven marroquí y acepté darle 40 euros por 3 horas de trabajo. Sólo que, como gran sorpresa (o broma de mal gusto), cuando el chico abra las puertas del taller, en lugar de herramientas, descubrirá a mi amigo PICWIK en suspensorio, que le ofrecerá ser un rompepelotas.